Veo el árbol sintiente en el desierto
con el alma esforzada contra el polvo,
no muy lejos del mar y las aldeas
y el espejismo humano en la neblina.
Veo el árbol morder su soledad
al ceder su tesoro de penumbra;
dar el pecho a la tierra con su sombra
y compartir su savia ennegrecida.
Raíz que anida en barro de silencio;
ramas que alzan un vuelo abandonado
huyendo de lo propio y los iguales.
Árbol común a mí sobre el desierto.
25/07/87