Buscar en este blog

viernes, 31 de agosto de 2007

Poema del mar nocturno

Está linda la noche
conmigo junto al mar,
morena y ondulante
su voz de vendaval.
Venida desde el sueño
se eleva en majestad,
llegando y atrayendo
la brisa de cristal
Susurra, llega y ancla
mujer de extraña faz,
en nubes lentamente
nerviosa sobre el mar.
Y gira y rumorea
veloz en libertad,
pescando con mis redes
sonriente sólo sal.
La luna es en las olas
alado cabalgar
y espejo itinerante
corriendo a mi ansiedad.
Es noche de alimento
y de agua gutural:
ensueño, canto y furia;
arena, frío y sal.
¡Extiende tu cabeza
civil mujer al mar!
Atrápame en tus manos
y escóndeme al brotar
la luz de la mañana,
sentir tan sólo paz...
Eternas yo querría
las noches del sonar,
y estrellas suavemente,
y arena, frío y paz;
y míticos recuerdos:
sirenas que jamás
se han visto y a fantasmas
sentir en soledad.
El viento se ha cerrado,
se escucha un murmurar;
las aves negras huyen...
estoy en tempestad.

Está linda la noche
conmigo junto al mar.




5/05/86

miércoles, 8 de agosto de 2007

CANTO EXTRAÑO

Y la aurora del norte
distendía su manto
e impregnaba a la noche
de colores extraños.
Escondidas lechuzas
murmuraban un canto
en los árboles negros
de este valle espantado.

Yo le daba tu nombre
al lugar solitario,
tan inmenso y vacío
como mi alma en el llanto.


Soledad era el nombre
que cantaba en barrancos
(yo admirado sentí
que absorbíanme manos
que tiraban del cuerpo
a los largos peñascos).
Y moría perdido
en un sueño callado,
en la boca nocturna
de aquel ámbito vano.
Negras lágrimas iban
a caer en el pasto,
abrasándose justo
al momento en contacto.

Yo le daba tu nombre
al lugar solitario...



26/04/1986


26/04/10986

miércoles, 1 de agosto de 2007

Soneto del Amanecer

La tormenta en lo íntimo deshace
los amores del bosque somnoliento,
y en su viaje a la noche sin aliento
que sólo al ave triste satisface.
El rocío sonámbulo renace,
como todos los días, en sangriento
purpurar de las hojas, mientras siento
que la orquesta silvestre se rehace.
Ya despiertan los hijos de lo verde,
cuando el astro dinámico los muerde
con su boca flamígera al salir.
Ellos ilustran nuevas melodías,
el quehacer nupcial como otros días,
la certeza dichosa de existir.



29/01/86