y hermosea la música del ave
cantando entre las frondas pulcra y suave,
y quebranta el desdén de las deidades.
¿Quién osa regresar a las ciudades
en este horario celestial que sabe
a paz silvestre, lejos de la grave
canturía del hombre en sociedades?
La noche es poderosa a los amores
y al sonido del mar en los poetas;
no hay que temer la luz de las estrellas.
Todos sus caminantes son señores,
ninguna de sus voces son secretas;
aun las livianas sombras dejan huellas.
13/05/2000