de los colores, el toque
de la inteligencia al viento
y la danza de los orbes.
Al nacer alambicada
de divinas ecuaciones
la música mezcla sumas
y restas en cada acorde.
Son sus sustracciones pausas
como nadas en un molde,
algo igual a notas quietas
que solo los niños oyen.
Pausas del ritmo que beben
su silencio de los dioses,
sorbos a un vacío en éxtasis
que le otorga el tiempo al hombre.
Casa efímera del aire,
la música sigue el orden
más misterioso del caos
hasta el culmen de las voces.
8 de octubre de 2024